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Francisco: “Jesús no nos abandona en el sufrimiento”

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Jesús, con su amor misericordioso, nos permite aprovechar también en la enfermedad, por dolorosa y difícil de comprender que sea, una oportunidad de encontrar al Señor”. Lo escribió hoy, 10 de febrero, el Papa Francisco en su cuenta @Pontifex en la red social X. “En el momento de la enfermedad –añadió en un segundo post-, si por un lado sentimos toda nuestra fragilidad, por otro experimentamos la cercanía y la compasión de Dios, que compartió nuestro sufrimiento en Jesús. Él no nos abandona”.



En su mensaje por la Jornada Mundial del Enfermo, el Papa nos invita a reflexionar sobre la presencia de Dios que permanece cerca de quien sufre, en particular bajo tres aspectos que la caracterizan: el encuentro, el don y el compartir.

 

El encuentro: El Obispo de Roma recuerda que cuando Jesús envió en misión a los 72 discípulos los exhortó a decir a los enfermos: «El Reino de Dios está cerca de ustedes». Y les pidió concretamente, que ayudaran a los enfermos “a comprender que también la enfermedad, aún cuando sea dolorosa y difícil de entender, es una oportunidad de encuentro con el Señor”. y es justamente a lo que el Señor nos invita a vos, a mí y a todos los que estamos cerca de los que sufren en la enfermedad a recordarles con esperanza que: “Dios está cerca suyo” y que el Señor camina siempre a su lado.

 

En la enfermedad, experimentamos nuestra fragilidad como criaturas —física, psicológica y espiritual—, por otra parte, sentimos la cercanía y la compasión de Dios, que en Jesús ha compartido nuestros sufrimientos. Y ver a la enfermedad como ocasión de un encuentro que nos transforma y nos hace más fuertes en la medida en que somos conscientes de que no estamos solos.

El mismo Señor nos muestra en numerosos relatos bíblicos cuan cerca estuvo de los enfermos, escuchándolos, sanándolos.

 

El don. En este sentido, el sufrimiento, más que cualquier otra circunstancia, nos muestra que toda esperanza viene de Dios, y que “sólo en la resurrección de Cristo nuestros destinos encuentran su lugar en el horizonte infinito de la eternidad”.

Sólo de su Pascua nos viene la certeza de que nada, «ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados, ni lo presente ni lo futuro, ni los poderes espirituales, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios» (Rm 8,38-39). Y de esta “gran esperanza” deriva cualquier otro rayo de luz que nos permite superar las pruebas y los obstáculos de la vida (cf. Benedicto XVI, Carta enc. Spe salvi, 27.31).

 

Recordando que Jesús Resucitado camina con nosotros, haciéndose nuestro compañero de camino, como con los discípulos de Emaús (cf. Lc 24,13-53). Como ellos, también nosotros podemos compartir con Él nuestro sufrimiento, nuestro desconcierto, nuestras preocupaciones y nuestras desilusiones. Ya que Él puede hacer arder nuestros corazones con su Palabra.

 

Y llegamos así al tercer aspecto, el compartir. La experiencia del sufrimiento no es un camino solitario: familiares, médicos, enfermeros y la comunidad cristiana pueden convertirse en “ángeles de esperanza”, reflejando el amor de Dios en los momentos más difíciles:

 

Para los Animadores UEAM:

 

Los enfermos y sus ayudantes son especialmente importantes en el Año Santo

Especialmente en el Año Santo, subraya Francisco en el mensaje, todos están llamados a ser "peregrinos de la esperanza". Esto se aplica especialmente a las personas enfermas y a su entorno.


Dr. Sergio Julio

 foto: archivo Vatican Media

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