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“IAM”… CON “I”, CON “A” Y CON “M”

Ezequiel Rogante

Secretario Nacional de la IAM Argentina



Decir “IAM” es mucho más que una sigla, es mucho más que concentrar el nombre “Infancia y Adolescencia Misionera” en apenas tres letras. Decir IAM es expresar la profundidad de una propuesta que su fundador, Monseñor Forbin-Janson, soñó hace 176 años y que aún hoy continúa creciendo, fortaleciéndose y abrazando el mundo.

En este sentido, estamos llamados e invitados a darle un sentido nuevo, actualizado, acorde a los signos de los tiempos, a las siglas de la IAM. Decir IAM hoy es poder expresar la Obra en verbos, en acciones, en movimientos, como una realidad viva que nos hace salir de nosotros para encontrarnos con los demás.

Para los niños, “IAM” puede ser hoy:


“I” de “Imaginar”, de crear, de proponer nuevas maneras de mirar la vida. Imaginar que el sueño de un mundo de amor, de alegría, de amistad es posible, puede ser real y requiere nuestro aporte misionero. Imaginar nuevas alternativas para encontrarnos con los demás, imaginar un mundo en el que los niños vivan felices y puedan ser niños.


A de “Alegrar”, de proponer que la IAM sea un espacio en el que se viva y se comparta la Alegría profunda que nos da sabernos sostenidos, amados por Jesús. Cada encuentro de la IAM debe moverlos a alegrarse por ser Amigos de Jesús y contagiar esa alegría a más niños.


M de “Maravillar”: Si algo es seguro es que una de las características de los niños es su capacidad de sorprenderse, de asombrarse, de maravillarse. La IAM debe maravillar, promover el encuentro con Jesús que cambia la vida, que transforma, que abre la posibilidad de sorprenderse y admirarse por la inmensidad del Corazón de Dios que llama a todos, que ama a todos.


Para los adolescentes, las siglas “IAM” hablan de un desafío, el de Despertar:


I de “Involucrarse”, meterse, embarrarse, comprometerse, ser parte. Asumir la vida propia y la de los demás así como se presenta, como es, con todo lo que trae y saberse protagonistas de la historia, llamados a hacer de éste un mundo más justo, más bello, más humano. Transformar la realidad, proponer una nueva manera de ser adolescentes hoy implica el desafío de vivir una vida despiertos. Despertar a la vida, vivir con los ojos abiertos, descubriendo a Dios en cada momento, en cada joven, siendo verdaderamente adolescentes comprometidos.


A de “Acercarse”, de abrazar al otro, incluso al que no comparte los mismos pensamientos, ideas, opciones. Acercarse es también un modo de despertar y ser revolucionarios. En un mundo desencantado, indiferente e individualistas, asumir como estilo de vida el Amor que acerca, que encuentra, que entrelaza, es una verdadera revolución.

M de “Movilizar”, desde adentro, desde lo profundo, desde las entrañas. Los adolescentes son apasionados por naturaleza, porque piensan, dicen, hacen, sienten a flor de piel y cada experiencia se vive con mucha intensidad. Lejos de proponer vivencias efímeras, es necesario despertar a la conciencia de saberse habitados por Dios, para que Él se mueva desde adentro y los mueva a ser testimonio allí donde están, en cada momento, en su “aquí y ahora”.


Finalmente, para los animadores y adultos en general, la IAM debe pensarse con…


I de “Integrar”, de recibir a todos, incondicionalmente, sin prejuicios. Aceptar, comprender, involucrar a todos los niños y adolescentes y animarlos a reconocerse amados. Integrar es abrir puertas, respetar, es mirar lo esencial, es despojar a los demás de etiquetas para destacar en cada uno el valor, la dignidad de ser personas.


A de “Abrazar”. Los niños y adolescentes, en gran medida, viven en contextos de abandono, de soledad, de aislamiento. Abrazar es hacerles vivir la experiencia de compañía, signo de la ternura y la misericordia de Dios. Abrazar el dolor, la realidad, las búsquedas, las dudas, los miedos, las heridas, los “no”, los “sí”, los “no puedo o no quiero”… Abrazar las historias, los procesos.


M de “Mostrar” una Iglesia real, renovada, encarnada, Madre, comprometida, misionera. En un contexto de cuestionamiento y descreimiento, ser testimonio de la propuesta de Jesús es fundamental para mostrar, hacer visible, revelar, al Dios Verdadero, a Dios Amor.


Sin lugar a dudas, estas palabras hablan de verbos, de acciones que enriquecen la IAM, la renuevan, la dinamizan, la mueven, la desafían a continuar creciendo como la Obra de los niños, adolescentes y animadores en todo el mundo que se escribe con “I”, con “A” y con “M”.

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